"Discutir si la fotografía es un arte o no me parece malgastar el tiempo, porque el terreno de las definiciones es infinito, trillado y controvertido, y ninguna definición podrá negar la importancia que tiene la fotografía en la vida social, política y expresiva del hombre de hoy. Para mí, en todo caso, la fotografía es un medio con el que me expreso y que requiere, como afirma Julio Cortázar en su cuento Las babas del diablo, que se posea “disciplina, educación, estética y dedos seguros."
(Grete Stern, 1994
)
Grete Stern, fue una fotógrafa y diseñadora alemana, alumna de la Escuela de Bauhaus, radicada en 1935 en Argentina debido a su origen judío y a su ideología de izquierda en la Alemania nazi.
En un principio viajó a Londres, donde abrió un estudio en 1934, pero una vez afianzada su relación con el fotógrafo argentino Horacio Coppola, con el que había estudiado en la Bauhaus y con quien finalmente se casó, juntos emprendieron el viaje a Argentina.
Nació el 9 de mayo de 1904 en una familia de pequeños industriales en Elberfeld, Alemania. A través de su obra, de manera onírica, cuestionaba el rol de la mujer en la sociedad. Especializándose en realizar fotomontajes: arte encargado de decir lo prohibido, que representaba la realidad con fantasía con la ilusión de poder transformarla, y que con poca frecuencia se encontraba en los museos o circuitos culturales. Su obra se destacó, en un principio, por los retratos que realizaba a artistas plásticos y escritores porteños como Jorge Luis Borges, y a personas importantes de la cultura para la editorial Sur de Victoria Ocampo, pero luego de 1948 se transformó en una revolucionaria y se convirtió en una de las primeras mujeres en realizar arte feminista en Argentina. También es importante que Gino Germani, sociólogo antiperonista, le propuso realizar una ilustración con fotomontajes de su sección en la revista Idilio “El psicoanálisis te ayudará”, donde él -bajo el seudónimo de Richard Rest- junto a Enrique Butelman, interpretaban los sueños que las lectoras le enviaban por carta. Fue así como Grete Stern realizó unos fotomontajes que decían lo prohibido y cuestionaban a la sociedad.
La primera exposición de sus fotomontajes se realizo a mediados de los años '50, en la Facultad de Psicología de la Universidad de La Plata, en Buenos Aires, Argentina. En 1967, realizó otra muestra en Buenos Aires, en colaboración con la poeta Elva de Lóizaga, pero el público no demostró predilección por su obra, tuvo cierto rechazo por parte de la crítica. El cambio radical surgió recién en 1982, cuando realizó una muestra en el FotoFest, de Houston, Estados Unidos, donde su prestigio creció. Es importante pensar cómo en la fotografía, como manifestación artística (o en cualquier manifestación artística propiamente hablando) un premio industrial o un reconocimiento por parte de la crítica internacional viene a legitimar una obra de arte y como esto condiciona a las personas sobre qué pensar sobre una determinada obra.
Si bien sus fotomontajes fueron la primera obra fotográfica argentina crítica de la opresión y manipulación que sufría la mujer en la sociedad argentina de la época, la percepción de la artista se alejaba del estereotipo feminista de la época, no se queda en la denuncia de la mujer como objeto sino que pone a la misma como parte responsable de su situación, en un humillante sometimiento consentido. Stern tenía una visión cruel de la mujer, mostraba situaciones frente a las que las mujeres no se preocupan por sobreponerse, realiza un análisis del poder y su funcionamiento, cree que hay un dominante y un dominado y que ambas partes tienen responsabilidad. Sus fotomontajes son un documento político de época.
A pesar de haberse separado en 1943, ella se consideraba una fotógrafa argentina y en 1958 adoptó esta nacionalidad. Aún divorciada, permaneció en Argentina, vivía con sus dos hijos, Silvia y Andrés, en Ramos Mejía, Buenos Aires, en una casa diseñada por el arquitecto ruso Wladimiro Acosta, uno de los promotores de la arquitectura moderna en el país. Su casa fue un punto de encuentro de intelectuales, siendo frecuentada entre sus amistades por Pablo Neruda, Jorge Luis Borges, Renate Schottelius, Clement Moreau, entre otros.
Viajó por el país y conoció a la escasa población indígena, a la que fotografió y con la que se involucró. Fue profesora de fotografía en la Universidad de Resistencia en la Provincia del Chaco y se dedicó a los problemas sociales de la comunidad originaria de esa zona.
Entre 1952 y 1953 tomó alrededor de 1500 fotografías del paisaje urbano y las costumbres porteñas, para el libro Buenos Aires, trabajo que se puede comparar al que le dedicó a los aborígenes del Chaco por la cantidad de fotos, el tiempo que le llevó y los formatos que usó (35mm y 6x6cm).
En 1956, Jorge Romero Brest le ofreció organizar y dirigir un taller fotográfico en el Museo Nacional de Bellas Artes, el cual aceptó. Lugar donde permaneció hasta jubilarse en 1970.
En 1982, recibió el Premio Konex, Diploma al Mérito, como una de las cinco mejores fotógrafas de la historia en la Argentina.
En 1985 debido a una dolencia ocular, abandonó la fotografía y falleció el 24 de diciembre de 1999 en Buenos Aires.
Su obra fue expuesta en diversas ocasiones en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA).